Martes, Junio 28. New York City. Mercury Lounge. Una noche como cualquier otra en esta ciudad incandescente donde las almas de millones de seres se hacen bruma entre calles, hoteles y negocios. Pero no en este rincón. Aquí fuimos únicos. Quique González, el escenario y yo. Y así como yo, un puñado muy selecto de miradas y corazones que latieron descontrolados, sordos, furiosos. Manos y labios murmurando lo insólito, estrujándose unos contra otros, ateridos, extasiados frente a la maravilla que brotaba de un par de músicos on stage. Íntimo y vibrante, así fue el concierto de Quique, quien se llevó consigo el cariño y la admiración de los amigos que esa noche estuvimos con él. Ni muchos, ni pocos: fuimos los necesarios. The Chosen Few. Gracias, Quique.
jueves, 30 de junio de 2011
Quique González: La breve intensidad de las primeras luces
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