miércoles, 12 de noviembre de 2008

Todos tenemos la manera de cambiar los pasos que nos debemos, quizás avanzar un poco, casi corriendo, y recoger eso que tiene el mundo y no te entrega. El juego consiste en eso, un repertorio de entregas retrasadas, postergadas, porque olvidaste pagar con sencillo, porque se demoró en darte el cambio y no miraste donde debías. Aquí los juegos decían por ahí, acaso niños aún, delirando, desvariando en un jardín tantas veces jardín, dejando lo demás para más tarde, para más noche. Se precipita el vaso, el canto, se precipita el tiempo en tiempo, algo que tiene mucho de espirales por donde descendemos sin cautela, con las ganas eternas de joder a chiki, de fumar un cigarrillo, de escuchar a Janis. No te equivoques, aquí al parecer estarás bien, si huyes no serás encontrada pero please don’t walk away from me babe, las verdades acá son menos rigurosas y no habrá lugar donde arropar una nostalgia. Estamos lejos y atados, o cerca más bien de todas las esquinas, podemos descolgar cualquier auricular y escucharnos reír y decirnos lo que nos falta. Desde tu lado más terrible me miras como sólo tú sabes y ya no quedan fotos que nos hagan menos reales. Porque en cualquier momento serán tu risa y tus muecas, y me sigues mirando y tus manos aceleran y no puedo alcanzarlas aún. Es fácil, tu juegas en expert y yo apenas en medium, y cuando no estás jugando te muerdes las uñas o gritas porque la paloma. A veces con los ojos cerrados soy menos evidente, y por eso me recuesto, perdido en la irrealidad de toda consistencia, en medio de vidas paralelas y personajes de Dalí. Me recuesto pensando mucho en la simetría de tus labios, en la contingencia necesaria para atracar en tus manos; me muevo lentamente hacia tu atardecer y ya mis ojos te espían en otros códigos… digamos en Inglés. Tenemos lo necesario para jugarnos un paso, para detener cada escalera y simplemente bajarla o subirla dependiendo de adónde quieras llegar, no vale caer. He aprendido a desarrollar un sentido de posicionamiento menos convencional, más a la altura de la situación. Mis nociones de arriba-abajo, cerca-lejos, tú sabes, esas cosas que no nos explican en la teoría de las cuerdas, han sido actualizadas empíricamente. Tu casa tuvo la culpa. Porque además el Universo está experimentando una expansión acelerada nos dicen, y de pronto Saddam no tiene nada que ver sino la energía oscura, quién los entiende. Cuestiones demasiado amplias, quedémonos aquí nomás. San Felipe está bien.

De pronto me revelo y sonríes porque así eres tú, porque los espejos nos dicen esas cosas que deseamos y no hay espacio donde hacerle cosquillas al silencio, lógica simple. Sigamos, la música no ha terminado y tú ya tarareas otra página en blanco. Hemos crecido bastante pero no lo suficiente, el Rápido ya se fue y a partir de las 4 el Burro ya no funciona. Las combis son refugio de cualquier azar, ya ves que nadie sabe cuándo necesitará un boleto de presentación. Nos resulta tan fácil reír y llorar que a ratos te confundes y me mientes. Y no es verdad que laves tu ropa con tus lágrimas, lo dices porque sí, aunque quizás se pueda. Las cosas como son, es cierto, pero nunca tanto. Lo que jode es que jamás conozco de límites. Una de las tantas cosas que no quise aprender en Electrónica. Quizás porque no me gustan las jaulas, no lo sé, pero hay conceptos básicos que debería manejar. Suelo dejar sombras sueltas y sin resolver. Esto es cosa seria, sé que puedo llegar a ser muy peligroso sin querer queriendo. Sin embargo siempre apareces en el ángulo de mi tristeza para darme la llave de todos los bordes, y como tantas otras cosas me enseñarás una nueva melodía, ejemplificarás hasta el cansancio lo que es la gravedad, me dirás al oído lo que piensas de “Idilio muerto” y la galleta de soda morirá muchas veces. Si no quién me dirá los trucos y las tretas para engañar a Claro, porque para mí 3 minutos no bastan pero cortas y vuelves a llamar, no le digas a nadie. Y porque ya me escogiste y ahora sirvo el lonche cuando se da, y sí señor soy de Tarapacá y sí le traje un postre a la suegra. Y porque es bueno que sepas que la fachada de Purina esconde a la NASA. Así, cualquier noche de esas donde Copito ande persiguiendo gatos muertos y Maki esté comiendo ramitas y palitos, robaremos una vaca sagrada del establo que te dije y tomaremos rumbo a cualquier lugar. No necesitas permiso, siempre podremos tomar un taxi de regreso. Eso es lo de menos, al final yo de regresos ya no entiendo porque las migajas se perdieron en tu vientre o no sé, comida para aves. Tú y tus palomas. Tú y tus placebos.