lunes, 17 de mayo de 2010

Algo de blues con Coca-Cola


Siempre que camino por las calles pienso que no ando solo, que hay alguien más debajo detrás afuera, un sujeto que me mira de reojo y con descuido, una mujer con problemas, nada fuera de lo común. Esas cosas o están bien o no, y es más seguro que no pero no importa porque igual la paranoia, el perseguidor sin Charlie Parker calle abajo por la Farmington Ave y semáforo en verde. Son simples juegos mentales que no se frustran, Freud lo sabía y Lacan y los de Hollywood too. Pero todo está bien, no hay problema si me siguen porque no acabo, todo es un círculo que se cierra sobre la caja de fósforos, fila india que termina en una parada del autobus 64F $1.25 pasaje con sencillo. Me dijeron que todo es perspectiva pero jamás lo entendí muy bien, o sea se cierra o se abre, adentro o afuera, digamos que esas cosas se dan como quien regala una huída. Lo dijeron en drogas y acaso era broma. O quizás no. Ayer hablaban de linealidad y yo sólo supe de azares, de monedas con olor a jabón, a tiempo estancado en la dialéctica del Facebook. Hablaron de causalidad y miré mis zapatos, los chubascos y los 9°C que parecen 8 o siete. Uno ya sabe qué esperar de los pronósticos, sobre todo los del tiempo. Inútil cerrar los ojos para dejar andar ese espejo que no se pronostica, verde siempre y atento, aguardando en la esquina a dos pasos de otra sonrisa. Es urgente precipitarse en una mentira cuando te sientes débil, sin afueras ni azares, cuando unos ojos te cruzan sin mirar a ambos lados, y lo sé porque son cosas de manuales, códigos que te dejan sin soga y sin cabra cuando quieren. Las instrucciones están en el reverso de la piel, en los juegos que nos debemos, en la vida que dejo escurrir en el lavabo. It doesn't really matter si me siguen o no, de cualquier modo los cielos por aquí son amplios y las veredas tienen líneas, hay muchas bancas y pocas personas dispuestas a sentarse, los árboles huelen a mañana con pan caliente y figuritas. Sobre todo a tulipanes, esos que te gustaron y que ahora despegan tu olor de mis nervios. Las tardes resbalan por donde pueden, la gata lo sabe y salta salta nerviosa cuando la miro. Se sienta a la ventana casi sin ganas mientras la hojarasca se arremolina en el fracaso.

Escucha lo que escribo, no te pongas nerviosa gatita, las instrucciones están en el reverso, ya me aseguré de copiar y pegar ese punto aparte, esa servilleta que se disuelve en un vaso de gin and tónic. Cuando menos me preocupo ya estoy del otro lado con los pasadores desatados y sin ganas de pedir permisos ni rides. Es ahí donde menos nos duele, subiendo despacito despacito la escalera, tú sabes, con dos vasos ávidos de venganza y cansancio, dispuestos a derramarse en bacardi 151 o Jack Daniels. Ven así, despacito, rock me baby rock me all night long. El blues va bien con estas cosas.