martes, 20 de diciembre de 2022

Algo para beber

He vuelto. No se si he despertado o me encuentro una vez más en ese espacio indecible donde aquella oscura maravilla nos acecha. En fin, solo un respiro antes de acariciar mis miedos nuevamente. Déjame desandar mis cansancios por un rato, es martes y el calor de la portátil se siente bien sobre las piernas, en mitad de la sangre. Hoy por hoy todo es caos, un remolino de decisiones postergadas, el mareo constante de las deudas y las revanchas. La enfermedad me arrastró de vuelta a este terreno baldío donde soy un desconocido que alimenta las gaviotas del pasado. La diferencia está en que ahora todos se han ido, hay un naufragio extraño de puertas entreabiertas y cartas sin enviar, un reguero de pólvora para corazones extraviados que palpitan distantes entre la niebla, al borde de todos los bordes.

Martes, 20 de Diciembre, 2022. Déjame estirar este silencio que tomé prestado de los libros de Alejandra, déjame caer en el letargo del copal y ese hilo de humo que disuelve los límites de la ventana. Ahora puedo caer con menos miedo en este pedazo de soledad que algunos llaman sombra y que muchos toman a la ligera. Yo me la tomo con dos dedos de frente y un sorbo de Fernet que me recuerda cuan amargos pueden ser todos, cada uno de estos días. Anda, tírame un cabo, algún salvavidas, la habitación se inunda de ese humo blanco de ese hilo que crece que sube en ascensor como pez muerto, como hielo volviéndose nada en algún vaso vacío. Son casi las 3 de la tarde y el sol acusa el cansancio que nos merecemos, palidece el afuera y todo se va llenando de ese color como de whiskey en vasos de plástico. El atardecer es borroso y triste y todo huele como a polvo de cocina, como a esos rincones a donde nunca llega nadie, nada. Iré a llenarme un poco de ese afuera, pintaré mi rostro con esa palidez que anuncia lo peor. Luego abriré los ojos.

jueves, 18 de agosto de 2011

Las cartas de la ayahuasca [Fragmento] (W. Burroughs / A. Ginsberg)

¿ME ESTOY MURIENDO, MÍSTER?

[…]

Esa quejumbrosa Panamá se colgó de nuestros cuerpos – Entré en el bar de Chico con un mohoso recibo de casa de empeño, esperando en película de 1920 un ron con cocacola – Carne nitrosa bajo este antro barrido por tu voz: «Metiendo clavos en mi ataúd» - Pájaros comedores de sesos patrullan «Tu corazón traicionero» - Postal muerta aguardando un lugar olvidado – Ligera conmoción de película de 1920 – Adolescentes despreocupados se habían sometido a procesamiento especial de reclutas – La tarde desnuda en la carne del muchacho – No hacía más que intentar tocar en sueños - «Viejo truco de fotógrafo, espera a Johnny – Ahí va el cementerio mexicano.» En el malecón conocí a un chico con una camiseta de rayas rojiblancas – Ciudad P. G. en el crepúsculo púrpura – El chico se despojó de su ropa interior sucia raspando una erección – Lluvia tibia en el tejado de hierro – De pie desnudo bajo el ventilador de techo en servicio de cama – Cuerpos tocaron película eléctrica, hormiguearon chispas de contacto – Soplos de ventilador de joven duro en camiseta lavada de adolescente – Los olores de sangre las voces ahogadas y el final de la línea – Eso es Panamá – Película triste derivando en islas de basura, negras lagunas y gente pez esperando un lugar olvidado – Antro fósil barrido por un ventilador de techo – Viejo truco de fotógrafo los barrió de las ondas.

«¿Me estoy muriendo, Míster?»

Fogonazos ante mis ojos hoscos y desnudos – Viento de alba podrida en sueños – Podredumbre de muerte en foto de Panamá donde aletea el toldo.

domingo, 14 de agosto de 2011

Al final de una estrella

La lluvia está borrando la ciudad. En mis manos, ese murmullo como de grillos en una lata vacía. Una lata muy vacía donde las paredes devoran la noche y se atropellan en la soledad más distante. Es verdad, la lluvia caracolea por la ventana y los bordes de mi desconcierto son cada vez menos evidentes. He apagado las luces y las cortinas, el viento es oscuro y humedece lentamente los contornos de las cosas. Todo parece incierto o acaso improbable: esos pequeños destellos que me llegan como la intermitencia de una luciérnaga al filo del abismo, ese olor a calle mojada que se despega del asfalto como un grito de renuncia casi extinguido. No soporto más este silencio de lámparas y papeles: es un hueco que asciende como el polen de la mañana. Tardo en darme cuenta que no asciende, trepa.

Una burbuja de miedo que corre haciendo eses como un río de pólvora al final de una estrella.

lunes, 8 de agosto de 2011

Desde una habitación sin ventanas

Por un instante, solo un instante, reparo en el reflejo de mi figura en la ventana. Mi rostro es el de otro o quizás es el de nadie, una mancha irregular y trémula que deja traslucir la noche del otro lado, la calle, la humedad de la madrugada. Reparo también en un asunto puntual: el curso “normal” (estirando un poco el término, demasiado diría yo) de mi escritura se ha visto gravemente afectado, o más que afectado podría decir detenido, averiado, incluso espaciado por tiempo indefinido. Y, extrañamente, no es por falta de tiempo ni voluntad, o puede que lo sea pero no, es otra cosa, es un efecto raro de carencia o la falta de este, digamos que ambas cosas. Suena un poco loco pero no hay otra manera de decirlo. En realidad, sí que la hay pero un escritor, un tal Vallejo, me robó los créditos: “Quiero escribir, pero me sale espuma.”

Y, desde otra acera, mi amor desmedido y fetichista por los libros ha vuelto. Con la leve mejoría de mi estado bancario ha crecido también mi poder adquisitivo, y, para sorpresa de mis fueros más internos, he volcado ese mediano presupuesto hacia las librerías online. Me siento aplicado. Solemne y ridículamente aplicado al ejercicio de la lectura, en estos días donde la vida se va pareciendo un poco menos o un poco más a cualquier Chagall visto a través de una botella de vino en una habitación sin ventanas.

viernes, 15 de julio de 2011

Stars and I

I like stars. No matter what happens, they’re always there. However, according to some theories about the expansion of the universe and speed of light, they may have been dead for a very long time before their light reaches us. So, basically, some of them are dead by the time you’re reading this, but you still can see them.

Wonderful things stars are. I like them because they remind me of my mom. They can be dead but they are there. They’re always there.

jueves, 30 de junio de 2011

Quique González: La breve intensidad de las primeras luces



Martes, Junio 28. New York City. Mercury Lounge. Una noche como cualquier otra en esta ciudad incandescente donde las almas de millones de seres se hacen bruma entre calles, hoteles y negocios. Pero no en este rincón. Aquí fuimos únicos. Quique González, el escenario y yo. Y así como yo, un puñado muy selecto de miradas y corazones que latieron descontrolados, sordos, furiosos. Manos y labios murmurando lo insólito, estrujándose unos contra otros, ateridos, extasiados frente a la maravilla que brotaba de un par de músicos on stage. Íntimo y vibrante, así fue el concierto de Quique, quien se llevó consigo el cariño y la admiración de los amigos que esa noche estuvimos con él. Ni muchos, ni pocos: fuimos los necesarios. The Chosen Few. Gracias, Quique.

martes, 7 de junio de 2011

Fetichismo, música y cosas varias

Tropiezo nuevamente con Microsoft Word, la actitud recurrente e inútil diremos algunos, es cierto. Sobre todo cuando nos repasamos incesantemente y tratamos de hallar algo de interesante en nuestra escritura. Sin mucho éxito, by the way. Sin embargo, todo parece ir encajando por ahora y esos tecnicismos se los dejo a otros criterios.

Bebiendo Mountain Dew, i’m gonna get a bad fever, leyendo un poco a Bolaño, un poco los manuales de David Busch para terminar por fin de aprender los mecanismos básicos del diafragma y los f/stops, i’ll stay forever with you, y de vez en cuando acariciando la Polaroid 300, azul, brand new. Fetichismo puro y sin censura. Pero está bien, Abraham, todo está mejor que nunca, y lo sabes porque tiemblas cuando miras cómo se deshojan los días en el almanaque o en la foto que tomaste del almanaque, para el caso es lo mismo. Quizás tengas la respuesta pero no la asumes, la ves arropada entre papeles y voces pero no te atreves a lavarle la cara, aun cuando sabes que esta pasmosa debilidad por el arte de lo visual crece descomunalmente, como esos muñecos “acuareactivos” de la infancia. Deja de jugar con lo desconocido, don’t you shiver, confía en tus manos y golpea las puertas antes de entrar.