martes, 27 de enero de 2009

Epitafio de luna para corazones menguantes©

Pero el amor, esa palabra… Nihilista Chiki, como bien escribiría cualquiera en tu epitafio; qué sabemos nosotros más que de pérdidas, de extravíos, porque jamás fue suficiente para nadie y por eso acabamos o empezamos con esto, lo de vender tarjetas o pollo o seguros múltiples que van restando mi decencia. Nos recuerdo vívidos, bífidos, bajo el pulso arrítmico de muchos intelectualitos, fumando en demasía, acaso descuidados de la vida que no nos recorre, que nos deja reptar por sus bajos fondos; no restrictions para nadie pero sí para el gordo porque dicen que su corazón no durará más de dos puchos. Me entran las ganas de reír súbitamente —as always— mientras ascendemos a otro piso por más empanadas, y es que en algún punto he recordado que hay tantos corazones en el mundo, pero tenía que ser el suyo. Llámenlo irónico, de todas formas las cosas nunca funcionaron de manera convencional. Al menos no para nosotros. La contingencia, el Sky, el azar, el factor X, Tubos, la dimensión desconocida, la Facultad de Letras, los parques, todo guarda estrecha relación y nos envuelve en un remolino inusitado de demencia musical, literaria, nos convierte en spaghetti mientras caemos y caemos en ese agujero negro de la noche más alta, con alcohol o sin él. No significa de ningún modo que seamos temerosos de pasiones sin una razón de aguas hondas, no way, es más, pregúntame por tal calle y te diré qué soy y qué no eres, conversaremos todos, David acepta entrevistas. Pídenos un testi y te daremos el miedo, pregunta por alguien y te diremos por dónde no has de hallarlo, quizás te atrevas y nos regales un temblor, un llanto, una llamada en la madrugada, a cambio te hablaremos de la distancia, del capítulo 93, de tantos otros capítulos y tal vez puedas hurgar en el fondo de nuestros bolsillos. Te seducirá ese canguro de siempre, ese peinadito raro o esta tristeza inherente a todo intento de comunicación. No te dejes engañar por la falta de cordura, aquí sobran corazones. De cemento, de hormigón y de neón.

1 comentario:

daz dijo...

La tía del play, los molinos de viento, los ojos sin voluntad de la gente que atravieza los pasillos de Letras, Marco y su tablero de ajedrez para escapar de su gato serial killer, el gavilán con las brahmas que compro con el gordo porque tú y los pollos y tus problemas con los bancos y la justicia; y todo por esa droga que fumas en una niña, una niña que disgusta de los encuentros con Freud. Nabokov lo sabe bien. Y nada que decir del copyright.